martes, 20 de junio de 2017

Poblenou, el precio de un sueño VIII: el conflicto con las terrazas 2

El conflicto con las terrazas 2

En su propuesta de negociación, los restauradores del barrio aceptarían una reducción del 20% para los locales que tienen más mesas, lo que supondría pasar de las 20 actuales a un tope de 16, y no las 12 que estipula la normativa. Para reivindicar sus exigencias se han manifestado en numerosas ocasiones, han hecho huelga de terrazas e incluso han llegado a recoger 8.000 firmas de apoyo.

“Nada de lo que hemos hecho ha servido, y por primera vez en mi vida no sé cómo se va a dar la temporada, trabajaremos como podamos y, si no salen los números, hasta aquí habremos llegado después de 105 años”, concluye Tere Moreno, visiblemente emocionada.
Al mismo tiempo otros grupos vecinales como Fem Rambla se lamentan de que estas medidas no sean más restrictivas. “Reivindicamos para toda la ciudad un horario de terrazas de 08.00 a 23.00 de domingo a jueves y de 08.00 a 24.00 los viernes, sábados y vísperas de festivos”, proponen en comunicado oficial publicado a través de su página web.

En palabras de Jaume Badenes, presidente de la Asociación de vecinos de Poblenou: “Este es un problema de convivencia y de preservar la esencia del barrio. Al final todo son bares y comercio para el turista, y nosotros queremos evitar que la Rambla de Poblenou se acabé convirtiendo en un paseo sin identidad como la Rambla de Barcelona”. Opinión similar a la que sostiene Pere Mariné, miembro del colectivo de Fem Rambla, que afirma: “Si seguimos así nos acabaremos encontrando una Rambla donde el 80% de los establecimientos no sean para los vecinos, sino para los turistas”.

Por fin, tras años de negociaciones y varias prorrogas, 2017 había de ser el año en que el asunto de las terrazas de Barcelona quedara zanjado definitivamente. Sin embargo algunos hosteleros del barrio se muestran preocupados ante el futuro incierto que les depara la nueva ordenanza.

“Ha sido una negociación dura, pero hemos conseguido un equilibrio que pensamos que es bastante aceptable. Según nuestro punto de vista, es absurdo destinar la práctica totalidad del espacio público a la restauración. Al final tendremos una Rambla de calidad para uso ciudadano, el objetivo es este, y la ordenanza lo permite”, concluye el presidente de la Asociación de Vecinos.

Toni Ramos, presidente de la Asociación de hosteleros de Poblenou, tiene un punto de vista radicalmente opuesto y afirma que: “Estamos de acuerdo con reducir las mesas y repartirlas, pero esta es una norma criminal impuesta por decreto, no han hecho caso a ninguna de nuestras propuestas”, y continúa: “Tenemos buena voluntad y nos preocupa el barrio, hace dos años nos reuníamos continuamente con Fem Rambla y con la Asociación de Vecinos, pero desde que está el Gobierno actual no tienen necesidad de negociar porque el Gobierno y la asociación son la misma cosa”.

La Asociación de Vecinos y la Asociación de Hosteleros tienen un objetivo común, y es que la Rambla de Poblenou no se convierta en un paseo sin identidad como ha ocurrido con la Rambla de Barcelona, solo que para ello proponen medidas diferentes. Para la Asociación de Vecinos hay que limitar las terrazas para generar espacios de convivencia y que la rambla no acabe siendo un paseo de bares y supermercados 24 horas para turistas. Para la Asociación de Hosteleros limitar el número de mesas hará que suban los precios, lo que sustituirá a los clientes del barrio por turistas más adinerados, y los locales de toda la vida tendrán que cerrar para que su lugar sea ocupado por bares de copas o franquicias.

Otro punto en el que coinciden Jaume Badenes y Toni Ramos es que el turismo ha sido positivo y que el barrio ha mejorado mucho, pero que la gente del barrio cada vez lo tiene más difícil para permanecer en él. “Poblenou era un barrio de ratas y camiones, nadie lo quería. Ahora el barrio es divino para vivir, para trabajar, para descansar, pero ya no es Poblenou, a la gente autóctona la están echando”, conviene Toni.

Sin embargo el presidente de los hosteleros cree que no habría que limitar este turismo, mientras que el representante vecinal entiende que existe una relación entre turismo y la subida directa del precio de los alquileres. Los turistas contribuyen a poner de moda el barrio, y los propietarios de los inmuebles prefieren destinar sus viviendas a alquileres de corta estancia, mucho más caros y mucho más rentables.

Barcelona en Comú pretende evitar la privatización sistemática del espacio público y hacer del barrio un espacio vivible para todos, por lo que ha dado la razón a la Asociación de Vecinos. Sin embargo los precios de la vivienda y los alquileres no han dejado de subir, tal vez, dentro de unos años, ya nadie recuerde que hubo un día en que las chimeneas de Poblenou echaban humo, y sus nuevos vecinos crean que no son más que otro ornamento más o menos original.

Quique Castro.

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